CAMBIOS
Hay días en los que me gustaría desaparecer, olvidar, dejar de ser la que está al otro lado de la mesa esperando a sus alumnos que no llegan, o que si lo hacen me ignoran, estoy harta de todo.
Ser profesora es una mierda, recuerdo que escogí esta profesión de niña porque me gustaba la lengua, la literatura y hay muchas vacaciones. Fui una ingenua, supongo que no he cambiado en nada. Confío demasiado en la gente, en el respeto, ya me lo advirtieron. Los cuentos de hadas no existen Matilde me decía mi madre cada día y yo pensaba que de mayor la echaría en cara ese comentario, la música era mi escapatoria y había una canción, ¿cómo era?
Ya la recuerdo, me encantaba pero nunca pensé que podría mostrar lo que sintiese yo en un futuro.
Me gustaría que el mundo
fuese de color rosa
y que llovieran mariposas
pero es que a veces no importa el color del que sean las cosas.
Ese tan solo es el comienzo, nada más me levanto ya lo tengo en mi cabeza, pero cuando llega la noche todo cambia, después de una jornada de trabajo, todos los problemas se amontonan y ese estribillo vuelve a mi cabeza. Dejo lo que estaba haciendo, programo el despertador una hora antes y al llegar a mi cama lloro echa un ovillo. Esa es mi rutina.
Al día siguiente me levanto y me dirijo al bar más cercano para desayunar, suele haber muy poca gente pero la música llena ese vacío, esta vez sonaba una canción que me resultaba familiar, como si alguien me hubiese leído la letra hacía tiempo. Sin embargo era un tema reciente de mi artista favorito de la adolescencia, es extraño que a veces encuentras cosas que no dejan de gustarte por mucho tiempo que pase.
Otra vez, el reloj se ha parado otra vez
y yo empiezo a sentirme pequeño, como siempre colgando de un sueño. El sueño de quererte, dejar de ser inerte De ser tu Robinson y de que tú seas mi viernes de ser el veterano, de estar condecorado, en esta dura lucha que mantengo con tus labios volvamos a empezar, volvamos a empezar, volvamos a empezar, volvamos a empezar uoooo
Al oír la una sonrisa se dibujo, quizá porque me hizo recordar que la gente siempre tiene una segunda oportunidad. Salí corriendo, esquivando calle tras calle, tal y como hacía antes. Entonces llegue a mi destino, llame al timbre y el corazón se mi aceleró esperando una respuesta que tal vez no llegaría.
-¿Quien es?
-Soy yo, abre.
Ser profesora es una mierda, recuerdo que escogí esta profesión de niña porque me gustaba la lengua, la literatura y hay muchas vacaciones. Fui una ingenua, supongo que no he cambiado en nada. Confío demasiado en la gente, en el respeto, ya me lo advirtieron. Los cuentos de hadas no existen Matilde me decía mi madre cada día y yo pensaba que de mayor la echaría en cara ese comentario, la música era mi escapatoria y había una canción, ¿cómo era?
Ya la recuerdo, me encantaba pero nunca pensé que podría mostrar lo que sintiese yo en un futuro.
Me gustaría que el mundo
fuese de color rosa
y que llovieran mariposas
pero es que a veces no importa el color del que sean las cosas.
Ese tan solo es el comienzo, nada más me levanto ya lo tengo en mi cabeza, pero cuando llega la noche todo cambia, después de una jornada de trabajo, todos los problemas se amontonan y ese estribillo vuelve a mi cabeza. Dejo lo que estaba haciendo, programo el despertador una hora antes y al llegar a mi cama lloro echa un ovillo. Esa es mi rutina.
Al día siguiente me levanto y me dirijo al bar más cercano para desayunar, suele haber muy poca gente pero la música llena ese vacío, esta vez sonaba una canción que me resultaba familiar, como si alguien me hubiese leído la letra hacía tiempo. Sin embargo era un tema reciente de mi artista favorito de la adolescencia, es extraño que a veces encuentras cosas que no dejan de gustarte por mucho tiempo que pase.
Otra vez, el reloj se ha parado otra vez
y yo empiezo a sentirme pequeño, como siempre colgando de un sueño. El sueño de quererte, dejar de ser inerte De ser tu Robinson y de que tú seas mi viernes de ser el veterano, de estar condecorado, en esta dura lucha que mantengo con tus labios volvamos a empezar, volvamos a empezar, volvamos a empezar, volvamos a empezar uoooo
Al oír la una sonrisa se dibujo, quizá porque me hizo recordar que la gente siempre tiene una segunda oportunidad. Salí corriendo, esquivando calle tras calle, tal y como hacía antes. Entonces llegue a mi destino, llame al timbre y el corazón se mi aceleró esperando una respuesta que tal vez no llegaría.
-¿Quien es?
-Soy yo, abre.
La puerta se abrió y me dí cuenta de que había vuelto a empezar. Oportunidad, solo tu podías ser, la que me hiciera sonreír otra vez.
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