adicción

-Esta bien, ola a todos, mi nombre es Matilde y soy adicta a las redes sociales- dice nerviosa entre el círculo de adictos anónimos- tengo cuentas de usuario en ask, facebook, twiter, mesenger, tuenti...Me dedico a cotillear y criticar sin escrúpulos, se me sube la adrenalina cuando veo que la gente se pelea por una mentira absurda que yo he creado.
-De acuerdo, muy bien Matilde, por hoy es suficiente- dice la psicóloga.
-No, queremos escuchar por que vino aquí.

Todos los presentes dirigen sus miradas a la joven que mueve los dedos como si teclease en un teléfono móvil, ella al sentirse el centro de atención comienza a hablar, cuenta una historia, la historia de su vida.
   
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Todo comenzó una tarde de otoño, llovía a cantaros y la mañana en el instituto no había sido mejor, mis amigas discutieron conmigo por una cosa que yo supuestamente había hecho, ponerle los cuernos a mi novio con el novio de mi mejor amiga.
Yo, teóricamente lo había publicado en el ask, algo imposible porque no me había movido de la cama debido a los vértigos; al volver a casa mis amigas ya no me dirigían la palabra y el resto del curso me trataba como una puta. Pero ya fingí que todo iba bien, supongo que porque ni yo misma me lo creía.

Pasaron los días y semanas, salía los fines de semana y me iba al gimnasio, volvía una hora antes a casa y así mi madre no se daba cuenta de la mentira; no hablaba con nadie e intente hacer amigos en las redes sociales lo que sirvió para que me criticasen con mayor frecuencia.
Definitivamente estaba sola, entonces el odio me hirvió la sangre y decidí darle su merecido a todas esas personas que me habían dado la espalda, ese fue mi propósito desde entonces, fastidiar a todos. Así comenzó, pero hace tres meses mi madre empezó..........

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