El exceso de ego

Dicen que Romeo amaba a Julieta de forma obsesiva y visceral, que ella era un mero trofeo que conservar. 
También que Shakespeare probablemente no escribió sus obras. 

Pero lo que no dicen es que Hamlet era una idea, que se transformó en una de las obras más famosas de su tiempo y de aquellos que le siguieron. 

Ojalá pudiera disfrutar de la misma forma que cuando leí por primera vez estas obras, sin caer en analizar todo con el prisma o la crítica imperante de esa subcultura que sigue a la cancelación, esa que nos hace decir cosas como que los clásicos no son lo que esperábamos porque no son lo suficientemente rompedores.

Porque quizás, somos tan analíticos que olvidamos que el arte es sentimiento, es trastocar de alguna forma, e incluso cuando no produce nada en nosotros, cumplirá su propósito.

Que no es necesario que sea de nuestro agrado, que no es necesaria nuestra opinión, que podemos callarnos.

El silencio de cada persona puede decir infinidad de cosas, y últimamente no hay espacio ni entre palabras.


Comentarios

Entradas populares de este blog

La lavandería de almas de Marigold

El reloj marca las diez

libros